VIOLENCIA DE GÉNERO MASCULINA EN AMÉRICA LATINA

fuente: http://www.nacion.com/dominical/2003/junio/08/donical10.html

Varones acorralados
Yuri Lorena Jiménez 
yjimenez@nacion.com



A diario se revelan nuevos casos de hombres víctimas de maltrato por parte de su pareja. El agravante es que ellos se hallan casi huérfanos de apoyo estatal.


Todo con tal de no volver a enfrentarse con ella en los tribunales para responder a sumas de pensión alimentaria impagables o acusaciones de agresiones inexistentes, y evitar perder un patrimonio económico logrado después de trabajar sin descanso la mitad de su vida.Tras 14 años de convivir en un tormentoso matrimonio, Felipe, arquitecto con 40 años recién cumplidos, está atrapado en un callejón sin salida. Hace mucho que su historia de amor se convirtió en una pesadilla. Él admite que, tras múltiples intentos por deshacerse de la relación enfermiza que sostiene con su esposa, terminó por tirar la toalla y resignarse a vivir bajo "un régimen de terror".
Aunque luego de meses de litigios y desequilibrios emocionales y económicos, la ley termina dándole la razón, al día siguiente recibe la noticia de otra acusación.Pero todo lo anterior es secundario para él. Su principal martirio ha sido, durante esos intentos, la prohibición legal de ver a sus hijos a causa de medidas cautelares que se le han aplicado mientras se dirimen las supuestas acusaciones de agresión en su contra.

Y todo empieza de nuevo.


Felipe, cuyo testimonio se publica en el recuadro Calvario sin fin , por estos días ha sumado una preocupación más a su situación: su esposa ya lo amenazó con que, la próxima vez que intente dejarla, le inventará una denuncia por "abuso sexual" contra su hija.
Tal vez el caso de Felipe sea extremo. O quizá no tanto.
La dura lucha que han librado las mujeres en diferentes países durante los últimos 20 años para lograr su reivindicación en materia de igualdad y equidad de género, ha tenido como resultado el surgimiento de toda una infraestructura de apoyo a la mujer; en especial, a las miles que sufren algún tipo de maltrato por parte de los hombres.
Sobre todo, psicológico 
Estudios formales y el cálculo empírico de especialistas en familia coinciden: muchos hombres también sufren maltrato.
Pero una década después de que estos movimientos dieran origen a la creación en Costa Rica de diferentes entidades, mecanismos y leyes destinadas a proteger a la víctima más frecuente de la violencia intrafamiliar –la mujer–, muchos hombres han comenzado poco a poco a denunciar, en público o en privado, que los agredidos son ellos.
A diferencia del caso femenino, no existe ninguna entidad estatal que lleve registros estadísticos concretos o estudios integrales sobre la cantidad real de hombres que sufren este flagelo. La fiscalía de Abuso Sexual y Violencia Doméstica del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), solo recibe denuncias en el caso de violencia física y la agresión contra los hombres se da mayoritariamente en el campo psicológico. Esto se desprende de estudios formales y cálculos empíricos de profesionales involucrados en esta temática, como se cita más adelante.
Además, el hecho de que muchos hombres, atrapados por los estereotipos del machismo, prefieran guardar silencio, ha provocado que, probablemente, exista un elevado subregistro en las denuncias.
Tampoco fue posible conseguir cifras en el departamento de Estadística de la sección de Planificación del OIJ, ni en el servicio de emergencias 911, donde no llevan un control por sexo en las llamadas de denuncia o consulta que se hacen en relación con violencia doméstica.
Sin embargo, abogados y jueces de familia que ven frecuentemente casos de violencia intrafamiliar, calculan que la agresión se da en ambos sentidos, aunque de diferente forma.

Cifras reveladoras


De acuerdo con un informe reciente de la Fundación Género y Sociedad (GESO), en una encuesta sobre violencia intrafamiliar hecha en 1996 por el Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad de Costa Rica, para el Centro de Mujer y Familia (hoy Instituto Nacional de la Mujer), se puso en evidencia la composición por sexo de la violencia física. "Existe información bastante coincidente en torno a que, en el universo de casos, las mujeres son objeto de agresión física entre un 80 y un 85 por ciento de los casos (así está documentado en el Estado de la Nación N° 6) mientras que los hombres, tanto si son víctimas fatales como si no lo son, no superan el 20 por ciento de los casos. La pregunta es cómo la ley defiende a ese 80 por ciento y deja desprotegido al 20 por ciento restante", cuestiona el documento, suscrito por los sociólogos Ana Isabel García Quesada y Enrique Gomáriz Moraga.
Según ambos profesionales, mediante esa encuesta se determinó que, en el caso de la violencia psicológica, las diferencias entre hombres y mujeres eran mínimas. "Cerca del 60 por ciento de las personas consultadas conocía a una mujer que desvaloriza o grita a su compañero, mientras un 65 por ciento conocía a un hombre que hace esto mismo a su compañera. En vista de lo anterior no es posible proteger solo una de las partes".
Casi cualquier abogado especialista en derecho de familia tiene historias qué contar al respecto, y es frecuente escuchar a personas –sin distingo de educación o clase social– que conocen el caso de algún hombre que sufre vejaciones por parte de su pareja. La más frecuente es la psicológica, aunque eventualmente también se llega al maltrato físico.
Martín, empleado de una ferretería en el sur de San José, se cuenta entre quienes se consideran avasallados por la ley. "Mi familia me decía que le pusiera atención a mi esposa porque les parecía que ella andaba con otro. Yo no les creía, pero hace dos meses me la topé por pura casualidad en el carro del otro. Discutimos fuerte, nos insultamos los dos y le dije que me iba a divorciar. Entonces ella me demandó por violencia doméstica, me sacaron de la casa, me prohibieron ver a mis hijos y le dieron todos los beneficios provisionales a ella. Ahora me dice en tono de burla: ëDiay papito, ¿usted creyó que la luna todavía era de queso? ¡Salado, porque de mi casa no me saca nadie!' Yo estoy que me vuelvo loco, en el trabajo no me dan permiso de ir a hacer vueltas a la Corte y de por sí yo no tengo ánimo de nada... Me da miedo que me echen del trabajo porque ando como atontado y si eso pasa voy directo a la cárcel porque le fallaría con la pensión y ya ella me lo advirtió...".
Para Pedro Beirute, reconocido abogado especialista en derecho de familia y socio del IncoFami (Instituto para la Solución de Conflictos Familiares), el caso de Martín ilustra una realidad que él palpa en infinidad de casos.
"La violencia intrafamiliar no comienza con los problemas en el matrimonio, se inicia desde la infancia cuando a los hombres se les estigmatiza de maneras diferentes. Esto va provocando dos tipos de violencia distinta: el hombre agrede físicamente y de palabra, la mujer en cambio agrede psicológicamente y por manipulación, por medio de pensiones alimentarias injustas, de prohibiciones y chantajes para ver a los hijos, de calumnias gravísimas que terminan por desmoralizar a sus parejas. Y la sociedad parece no entender que el hombre sufre igual que la mujer", afirmó Beirute, quien va más allá: "Aquí estamos sexualizando a la familia. No tomamos en cuenta que está compuesta por hombres, mujeres, niños y ancianos. La sociedad ha dicho: ëlos derechos de las mujeres valen y olvidémonos de los niños y los ancianosí. Nadie está negando que los problemas de violencia intrafamiliar existen, y que la mayoría de agresiones provienen de los hombres, pero, con esta polarización tan espantosa que se ha hecho de dividir a la sociedad por sexos, se están cometiendo injusticias terribles y, lo peor, no se está llegando a la solución porque no hay prevención ni educación. Lo que se pone es un parche, pero no se le da tratamiento ni seguimiento al agresor, no se rompe el círculo. En el 99 por ciento de denuncias por agresión lo que hacen es sacar al hombre de la casa porque la misma ley lo dice: ëen caso de duda, se beneficiará al supuesto agredidoí. Se ha prostituido la ley contra la violencia intrafamiliar porque nació para proteger a aquellas mujeres que eran agredidas físicamente; había que ponerlas a salvo. Se prostituyó porque se abrió un portillo para que la que quiera, manipule a las autoridades en contra de su pareja... Le basta con ser mujer".

En dos vías


La jueza de familia Adriana Fernández Ruiz, del Juzgado de Violencia Doméstica de Goicoechea reconoció que definitivamente la agresión entre las parejas se da en las dos vías. "Yo no soy machista ni soy feminista, pienso que no se puede generalizar y que cada caso tiene particularidades muy delicadas. Pero no podemos cerrar los ojos, que me perdone doña Gloria Valerín, mis respetos para ella, pero nosotros logramos descubrir muchas veces que se está desarrollando una violencia simétrica: él me agrede, yo lo agredo. Puedo decir que en los últimos días he tenido pura violencia simétrica, los dos son agresores y en muchos casos podemos ver los intentos de manipulación de los hijos también entre cualquiera de los miembros de la pareja", manifestó la funcionaria.
Fernández opina que el bombardeo psicológico que ha existido en los medios de comunicación ha polarizado el tema de la violencia con la mujer como agredida y el hombre como agresor, y manifestó su preocupación por lo que pueda venir. Ella estima que un 70 por ciento de los casos que llegan a su despacho son víctimas mujeres; pero el 30 por ciento restante lo constituyen hombres
Los mismos afectados aseguran que sienten una gran reticencia al hablar de su situación, en vista de la vergüenza social que les genera reconocer que son agredidos por mujeres. Y es que, como lo postulan los mismos estudios de igualdad de género, ellos han heredado los patrones de conducta de la sociedad patriarcal que los caracterizan como superiores y "machos" dentro de la sociedad.
Sin embargo, situaciones como la de Felipe han provocado que, poco a poco, muchos de estos hombres se expongan públicamente con tal de recuperar sus derechos y, en muchos casos, su buen nombre ante una sociedad que, según denuncian, se ha polarizado en favor de la mujer y en contra del hombre, sin tomar en cuenta las particularidades de cada situación.
Algunos de los varones que se sienten en esta situación comenzaron a agruparse tímidamente hace dos años, cuando un grupo de unos diez que luchaban por lo que consideraban derechos fundamentales como padres, fundaron la Asociación de Padres de Familia Separados de Costa Rica (APFSCR).
Hoy, ese grupo cuenta con 910 miembros a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Emanuel Abarca Jiménez, quien los preside, asegura que venció los temores de reconocerse públicamente como hombre agredido tras superar una severa depresión, años atrás. Con todo perdido –desde su trabajo, su prestigio como hombre y padre, y sus hijos– decidió entablar una férrea lucha contra lo que él asegura es una interpretación errónea de la llamada "violencia intrafamiliar".
Una vez que se incorporó a la Asociación, se percató de la desprotección e incertidumbre a la que se enfrentan los hombres agredidos en Costa Rica.
"Yo he visto hombres destrozados, pero no solo porque no pueden ver a sus hijos, sino porque se enfrentan a toda una maquinaria que está diseñada para defender exclusivamente a la mujer por su condición de mujer; leyes que consideran al hombre como culpable hasta que no se demuestre lo contrario. Esto es una afrenta contra los derechos humanos", se queja Abarca. De hecho, la Asociación que representa ha planteado dos demandas contra el Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en las que se exige un replanteamiento de la violencia doméstica en el país.
En una investigación que la jueza Fernández está desarrollando sobre los orígenes de la violencia doméstica, ella cita un estudio publicado en la revista estadounidense Scientific American sobre mujeres agredidas y la violencia oculta contra el hombre.
"Ahí quedó claro que las causas de la violencia son diversas, pero una de las principales es el abuso en la infancia. Por otro lado, existe un número creciente de mujeres agresoras. Los maltratos físicos del hombre son más dramáticos debido a su fuerza, pero los psicológicos son el campo preferido de las mujeres. Para agredir unos y otras utilizan a sus propiso hijos o los agreden, con lo que los dañan y los convierten en futuros agresores".
Y es que, según coinciden Beirute y Fernández, la manipulación de las garantías de seguridad que ofrecen las leyes de violencia doméstica ya están provocando serias injusticias en varios países.
"Hoy mismo tuve un caso en el que la mujer demandó al señor por agresión y terminó confesando que la adúltera era ella y que había pedido medidas cautelares porque ya no quería a su esposo. Es un problema muy complejo, nosotros tenemos que tutelar las medidas cautelares y mantenerlas aunque sea injusto, porque nuestra propiedad es velar por la integridad física de esa familia. En este caso, hay dos menores de por medio y es más fácil que sea él quien salga de la casa y se acomode en un cuarto, no podemos desacomodar a las chiquitas y a la mamá aunque él sea inocente", afirmó la jueza.
El psicólogo Gerardo López Barrantes, asesor de la Asociación de Padres Separados, asegura que la sobrevaloración que se le ha conferido a lo femenino, hace que la violencia que ejercen las mujeres sea transparente e invisible. "El número de hombres agredidos por sus mujeres, sobre todo psicológicamente, es mucho más significativo de lo que parece. Las mujeres, como cualquier ser humano, son capaces de conductas violentas y, por supuesto, desarrollan psicopatologías asociadas a la relación de pareja, igualmente destructivas y alienantes como las que propias de algunos hombres. Mientras se continúe culpando de la agresión doméstica solo a los hombres, se está enfrentando de forma simplista un problema que atañe a todos y a todas por igual, por lo que debe ser abordado de forma integral y no parcializada".
La psicóloga Judith Salas Chaves, directora de la Delegación de la Mujer del INAMU, contradice muchas de las tesis anteriores y asegura que no puede haber comparación entre las cifras de mujeres y las de hombres agredidos.
"Probablemente haya excepciones, pero puedo hablar por mi experiencia inmediata y le aseguro que vivimos en una sociedad machista y que las agresiones se dan principalmente del hombre contra la mujer. Históricamente, las mujeres son las principales afectadas", asegura Salas.
Tanto Emanuel Abarca como el abogado Pedro Beirute coinciden con ella en esta última apreciación.
"Pero, por Dios, ¿quién está negando que efectivamente, durante muchos años y aún ahora, las mujeres llevan la peor parte? Lo que es totalmente inconcebible es que se haya satanizado completamente la cuestión de género y que se parta del hecho de que la mujer siempre es la agredida y el hombre, el malvado. Hasta el sentido común más elemental dicta que no es así", sentencia Beirut.
Lo que sí es un hecho es que los hombres que se sienten maltratados por sus parejas están muy lejos de tener un soporte institucional como el que poseen las mujeres.
Pero, al menos ahora, tienen algunas alternativas. Todo, siempre y cuando se atrevan a denunciar su problema y a buscar alguna salida... por intrincada que parezca.


Calvario sin fin






  • caso de Felipe, que se reseña al principio de este reportaje, pone en evidencia uno de los rostros del drama que viven los hombres que no solo han sido agredidos por sus mujeres, sino que se sienten aplastados por lo que ellos consideran "una maquinaria estatal" diseñada para favorecer a las mujeres por un asunto de género.
    Sin salida 
    "Ella se ampara en las leyes y ya me amenazó con lo peor que me puede pasar: inventar que abusé de mi hija".
    Él no piensa luchar más. Se ha resignado a pasar los próximos 20 años de su vida subyugado y dominado por los caprichos de su esposa. "Estoy consciente de que lo que digo suena hasta aberrante, pero solo quienes han estado cerca de mí en las situaciones que he vivido pueden entender que no tengo opción. Mi hijo menor está muy pequeño y quiero criarlo como a los demás. Cuando hice el intento de separarme por las buenas debido al infierno en que vivimos, ella se amparó en todas las leyes que hay, llamó a mis jefes, me desprestigió con todo el mundo, me acusó y me impidió ver a mis hijos. Hasta me acusó de agresión y ¿sabe qué era la agresión? ¡Que mis hijos se quedaban llorando cuando yo iba a verlos!
    "Lo más terrible es que la jueza dio como válido este argumento y me puso una medida cautelar para que no me acercara a la casa. Las opciones se me fueron cerrando y vi que iba a quedarme en la calle, sin trabajo, sin casa, sin mis hijos, sin nada. Por eso tuve que volver y ahora simplemente me refugio en el cariño de los chiquitos, trato por todos los medios de no tener confrontaciones con ella y trato de hacer lo que ella diga. Es aberrante, yo sé.
    "Además de arquitecto, yo soy antropólogo, soy un hombre educado e interpreto bien lo que me está pasando. Tengo la autoestima por el suelo pero ya intenté salirme de esto y vea lo que pasó. A ella no la odio. Es una persona completamente enferma, que vio a su mamá agredir y manipular a su papá toda su vida.
    "Lo peor es que ella también es muy infeliz. Pero no hay manera de que entienda que requiere ayuda profesional. Ella se ampara en las leyes y ya me amenazó con lo peor que me puede pasar en la vida: si vuelvo a intentar irme, va a inventar que abusé de mi hija. Sé que le ganaría el pleito en los tribunales pero... ¿usted sabe lo que es ver a mi hija declarando donde forenses de la Corte, y en los tribunales? Prefiero morirme siendo una víctima antes que exponer a mis hijos a algo así. Mi única esperanza es que al final de mi vida ellos entiendan que todo lo hice por ellos".
    Pero no todos los hombres inmersos en el círculo de violencia están dispuestos a sacrificarse de esa manera. Eso sí, tienen que arriesgar el todo por el todo y llegar hasta el final.
    Es el caso de Esteban, quien pidió el anonimato para no afectar a sus hijos, pero que aportó la sentencia judicial dictada por el Tribunal Penal del Primer Circuito Judicial de San José, del pasado 29 de mayo.
    A grandes rasgos, su situación fue muy parecida a la que reseña Felipe. Solo que él no se resignó a su suerte y decidió enfrentarse a lo que él llama "la enfermedad" de su esposa.
    "A mí, ella me agredió de todas las formas posibles. Al principio, no lo veía así, pero ahora sé que ya era agresión psicológica el hecho de que me revisara la ropa, la billetera y hasta el basurero del carro, en busca de ëpruebasí de que yo andaba con alguien, incluso desde los primeros días de casados.
    "Las cosas empeoraron y un día se puso histérica y nos agredió a mí y a nuestros hijos. En medio de la escena llamó al 911 y gritó que yo la estaba maltratando, mientras nosotros tratábamos de tranquilizarla. Esa escena se repetiría muchas veces y siempre lo mismo: la policía no solo me sacó de mi casa esposado, sino que se burlaban cuando yo les explicaba que era un error, que ella estaba enferma.
    ë¡Ay, compa!, ¿todavía piensa que le vamos a creer? Ahora resulta que es el hombre agredido. Hasta mariconcito nos salióí, me decían.
    Aunque nunca le he fallado con el dinero de la casa, me puso impedimento de salida del país y por eso perdí el trabajo, pues yo tenía que viajar. Hizo las peores cosas y la ley siempre estuvo de su parte... hasta que me acusó de haber abusado de mi chiquita de 3 años. Eso me destrozó, pero también me dio fuerza para llegar hasta las últimas consecuencias. Fue un proceso largo y muy doloroso, pero aquí está la sentencia y lo dice muy claro: concluyeron que la chiquita había sido manipulada por ella y que ëcasualmenteí ella puso la denuncia cinco días después de que se me autorizara el Régimen de Visitas. Todo esto ha sido terrible, y sé que la lucha va a seguir porque las leyes siempre le darán la razón.
    "Al menos, dentro de unos años, voy a poder ver a mi hija a la cara y explicarle, con mi absolutoria en mano, qué fue lo que pasó cuando ella estaba pequeñita".


    Busque ayuda


    Para contactar a la Asociación de Padres Separados de Costa Rica se puede llamar al 227-7272 ó al 226-3806, o bien, escribir a padreseparados@hotmail.com.
    Existe un grupo de apoyo psicológico y espiritual para hombres y padres agredidos.Se reúnen los jueves de 7 a 9 p.m. en San José, 125 metros al oeste de Acueductos Alcantarillados.

    También pueden acudir al Instituto Costarricense de Masculinidad, Pareja y Sexualidad, teléfono 234-2730.

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